MOLÉCULAS BAILONAS

 

Habéis oído hablar de La ley de la gravitación universal?

Todos los cuerpos del universo se atraen con una fuerza que es directamente proporcional al producto de sus masas dividido por el cuadrado

de la distancia que los separa todo ello multiplicado

por G, que es una constante.

Con esta fórmula, Newton nos aclaró por que los cuerpos celestes

se mantenían en equilibrio en el universo,

y porque no se chocaban todos

los astros que observamos

desde nuestro pequeño planeta,

unos contra otros.

Cuando era pequeño y aprendí este precepto de la naturaleza,

formulado por un observador del universo,

de la vida, aun no conocía

muchas cosas de las que me

iban a ocurrir en la mía.

En el universo un sin fin de volúmenes, de enormes rocas, se mecen

unos a otros y bailan unos junto a otros sin tocarse,

solo rozando sus fuerza. Cada uno sabe o no lo sabe,

pero respeta el espacio del otro.

Se acercan cuando otros se alejan

y se vuelven a alejar en

el momento que otros los arrastran tras de sí.

Una hermosa danza que con un ritmo marcado de un modo natural y sin estridencias hace del universo un ejemplo de la vida.

No soy físico, y quizás diga alguna impertinencia para alguno de estos grandes observadores. Pero en mis extrañas lecturas, y junto

a algunos de mis magníficos amigos, he creído entender algo

sobre el funcionamiento del universo.

Pequeñas cositas, pero que me

hacen entender la vida y

las relaciones de un modo especial.

 

 

 

 

La física cuántica , transporta esas enormes cosas que grandes observadores del universo han ido descubriendo a lo largo de los siglos,

a lo minúsculo a lo mas cercano de nosotros,

es decir a nosotros mismos.

Estos físicos nos han descubierto la relación que existe entre cada una de nuestras pequeñas moléculas con las del resto del universo, relacionando cada

minúscula parte de nosotros mismos con el punto mas alejado

de nuestro planeta. De modo que el mas mínimo movimiento de una de ellas haga posible que algo ocurra mucho mas allá de lo que ni siquiera conocemos.

Volvamos a la formula del principio.

Del mismo modo que el cielo está lleno de rocas, estrellas, planetas,… que se relacionan entre si, y que forman una gran malla magnetizada en la

que todos conviven, aun sin tocarse, solo rozándose con sus fuerzas,

podemos pensar en nuestro cuerpo, compuesto de

pequeñas partículas que conviven entre si,

sin tocarse pero relacionadas unas con otras,

bailando a un ritmo determinado para así

mantenernos tal como somos.

En este mar de extraños pensamientos que marean todas mis neuronas, como a una pobre almejilla en medio de tsunami, me surgió un pensamiento acerca de todo esto, y es por ello por lo que os cuento toda esta historieta.

La danza de los astros, lleva un ritmo, un ritmo que a lo largo de los milenios,

que debe andar por los trece o catorce miillones,

(de milenios de años, que no son pocos) ,

habrá cambiado sin lugar a dudas,

y que habrá tenido extraños sobresaltos,

pero que poco a poco se ha ido a acomodando

y que si pudiéramos observarla

seguro que nos evocaría alguna música conocida.

Una de esas músicas que hacen que nos sintamos bien.

Si nosotros conseguimos que todo nuestro cuerpo baile a un ritmo. Si estudiamos cual es esa música que necesitamos para estar bien, para estar equilibrados,

para sentirnos ligeros, por que ninguna parte de nuestro cuerpo

tiene que arrastrar de otra, seguro que conseguiremos marcarle

el ritmo a otras personas, y bailar con ellos,

y conseguir convertir

nuestro entorno en un

salón de baile enorme.

Quizás os suene estúpido, cursi

, o quizás penséis que estoy refiriéndome

a todo esto con una metáfora, pero no.

Estúpido no es.

Cursi es sólo una percepción de algunos que son mas cursis que yo, seguramente,

y de metáfora na de .na.

La música nos ha acompañado a todos desde nuestros mas remotos orígenes. Desde que nuestros muy lejanos antepasados que se dormían

junto al rumor de flautas que hacia el viento sonar en

los cañaverales de los lagos y ríos.

Los ritmos marcados con percusión para ahuyentar los miedos ancestrales,

o los cánticos para celebrar la caza o las uniones de parejas.

Nos ha seguido durante toda nuestra existencia y ha marcado épocas, guerras, momentos históricos, rituales y fiestas.

Nos evocan y transportan continuamente,

y sobre todo hace que nos sintamos de un modo determinado.

Asustados cuando oímos los redobles de una pelotón, orgullosos con un himno en un estadio, tristes, o melancólicos, relajados o excitados.

Y de tantos modos como estados de ánimos existen.

Está claro que existe una influencia sobre nuestro cuerpo,

incluso últimamente he oído hablar de unas

técnicas de sanación mediante diapasones,

que lo único que realmente hacen es estabilizar l

a relación entre nuestras moléculas,

re equilibrándonos de nuevo.

Busquemos pues nuestra música y busquémosla dentro de nosotros mismo, pero siempre dejándonos "contaminar"* por el mundo exterior, en donde

también hay gente buscando y gente con la que tenemos

que relacionar cada una de nuestras moleculitas bailonas.

Hagamos que aunque no se toquen, lo parezca,

de lo lo fuerte que se abrazan unas a las otras.

Recordad: un abrazo no es un apretón.

No dejéis cardenales.

*Contaminar: Viviendo en Italia redescubrí la palabra contaminación. En español cuando la nombramos pensamos en humo, en algo negativo, en productos tóxicos, en malas influencias. Sin embargo en Nápoli, una de esas noches de musicos, depravación, sudores de verano y no os explicare mas no vaya ha ser que alguien se excite mas de la cuenta, escuché a un músico decir: "Che bella musica contaminata" Desde entonces entendí lo bello que es contaminarse, a veces.

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